En el contexto de la
libertad de investigación y cátedra y aún lejos de esa esfera, ha de profesarse un
profundo e incondicional respeto por toda persona, sin distinción de ninguna
naturaleza. Esto se resume en una frase: En lo académico, libertad; en lo
personal, respeto., lo cual sirve como aporte a la discusión de distintas
materias, sometidas a consideración, bien del Congreso de la República, bien de
la Corte Constitucional, sobre los efectos de diferentes circunstancias que
tocan con la persona, en todas sus dimensiones, así como en su dignidad por el
hecho de ser y existir.
La
palabra dignidad, viene del latín dignitates
equivalente a los axiomas griegos, que son aquellos puntos de partida
absolutos, innegables, indudables, a los que es necesario retrotraerse para
cimentar cualquier conocimiento; por eso, el concepto de dignidad incluye una
referencia a lo absoluto.
El Diccionario de la Real Academia , dice
que Dignidad, denota la calidad de digno, o la gravedad y decoro de las
personas al comportarse.
Tal dignidad radica en el hecho
de “ser”, pues en la persona, su carácter singular, irrepetible, incomunicable,
espiritual y trascendente se traduce en merecimiento ontológico de carácter
absoluto, por la perfección intrínseca que le permite a la persona actuar de
acuerdo con unos fines inscritos en la propia naturaleza humana.
San Juan XXIII, decía: “la
dignidad de la persona humana requiere que el hombre actual, llevado de su
propio proyecto de vida y libertad… de manera que cada uno obre de acuerdo y no
influenciado por la coacción o la solicitación generalmente procedente de
fuerzas ajenas a él.”
La dignidad humana requiere, por
tanto, que se actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e
inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego
impulso interior o de la mera coacción externa. ¿Qué tipo de coacción? La de un
concepto equivocado? O la de quienes desean imponer sus razones denigrando de
los demás?
La persona, como ser dotado de
debitud y exigibilidad en relación a sí mismo y en relación con los demás
hombres, posee la capacidad de ser sujeto de derechos y obligaciones frente a
las demás personas y frente a sí misma, derivado de su dimensión espiritual o
racional.
¿Ser persona significa atacar a
los demás por ese hecho de ser y existir? Si bien existe el libre desarrollo de
la personalidad, también debe existir la posibilidad de disentir por los cauces
normales, expresando siempre la verdad con caridad.
Posdata: María Isabel Marroquín
Bermeo se dio a la tarea de actualizar con español actual “Las Moradas, camino
de santidad”, un texto para meditar en la Cuaresma.