miércoles, 13 de noviembre de 2013

Castillo interior según las Moradas de Santa teresa

Esta poesía en quintillas, escrita por Hernán Alejandro Olano García, se basa en las moradas de Santa Teresa de Jesús y su diálogo con el maligno.





Intro.
Decía Santa Teresa, que la puerta de entrada al castillo interior es la oración.
-Oración? Para que pelear con la enfermedad continua y con las contradicciones.
Para ti, por ti, por los otros, para los otros.
-Tengo dudas, no entiendo tu respuesta, no hay causa para ello.
Harta merced te hará vuestro Señor.

Moradas Primeras.
I.
Le he suplicado al Señor hable por mí porque no sé qué decir.
-No eres capaz de hablar por ti mismo?
Claro que no, mi alma es un diamante que solo Él puede pulir.
-Estúpido, libera tu cuerpo y tu alma.
Pequeña lastima y confusión que no entiendas lo pequeños que somos.
-Mi grandeza es superior en cuerpo, alma y bienes.
Entonces, si no procuras entender, nunca remediaras tu gran miseria.

II.
No hay tinieblas más tenebrosas ni cosa tan oscura y negra que no lo esté mucho más.
-A mí me gusta esa oscuridad y los placeres que salen de ella.
Si estas en la oscuridad, así serán tus obras.
 -Odio ese sol resplandeciente.
En fin, donde esta plantado el árbol que es el demonio, que fruto puede haber?

Moradas Segundas.
I.
Y como se hace para entrar en las segundas moradas?
-Con las palabras y sermones que oye la gente buena, o con lo que leen en buenos libros.
Prefiero ser mudo y sordo y no tener entendimiento.
-Procura entrar en el cielo y no en ti pidiéndole a Dios muchas veces misericordia.

Moradas Terceras.
I.
Como piensas vencer en ese combate?
-Dicen que siendo bienaventurado, pero no quiero intentarlo.
Harta gran miseria es vivir esa vida y no tener humildad.
-Humildad! No la tengo, ni la doy.
Si rezas, el Señor permitirá que saquéis de las sequedades humildad y no inquietud, que es lo que pretende el demonio.

II.
Las sequedades en la oración requieren de ungüento para las heridas. 
-Qué tipo de remedio?
La penitencia, que nos hará mucho provecho.
-Para que si yo mismo me perdono?
Mira tus faltas y te espantarás, pero, en silencio y esperanza procura vivir siempre.

Moradas Cuartas.
I.
Encomiéndate al Espíritu Santo y suplícale evitar cosas ponzoñosas.
-Para qué, si lo importante es dar guerra y gozar de las tentaciones.
Quizá no sabes lo que es amar y de ahí proceden tus aflicciones.
-Soy como Adán, y solo me someto a comer y dormir, que ya es harto trabajo.
Te falta conocer tu miseria y tener batallas interiores para no hacerle burlas al alma.

II.
Válgame Dios en lo que me he metido!
-Es la indiferencia, la falta de meditación y los pensamientos fatuos.
Como he de combatirlos?
-Ensancha tu corazón, entrégate al Señor con claridad.
Mi voluntad no puede doblegarse, esa agua no viene por aquí.

III.
Los efectos de la oración son muchos.
-Paréceme que nunca lo he de entender.
San Agustín la encontró después de haberla buscado por muchas partes.
-Yo prefiero quedarme en la agitada juventud de Agustín que en su ridículo encuentro.
Si lo entendieres, enhorabuena, pero eres de flaca cabeza e imaginación.

Moradas Quintas.
I.
Qué riqueza, tesoros y deleites hay en las quintas moradas?
-Un aposento para la oración y la meditación, "fuerzas en el alma".
Yo pensaba en otras cosas soñadas, oro, diamantes, poder...
-Hasta el amar, si lo hace, no entiende como ni que es lo que ama.
Quieres decir que entonces solo veré miseria y bajeza?

II.
Que no dará quien es tan amigo de dar y puede dar todo lo que quiere?
-Yo tengo mi patrimonio y le he vendido su protección al maligno.
Aun tu alma. No esta rendida ante la voluntad de Dios?
-Por mal que viva, o me enmiende, o pida perdón, para qué hacerlo?
Cuando Dios llegue a tu alma, por fin veras grandes cosas.

III.
Habéis de notar que hay penas y penas que andan por esas moradas pasadas.
-Sigues asustándome? Yo prefiero los atajos.
Pues son grandes los ardides del demonio, que por mostrarnos los atajos, nos presentan las puertas del infierno.
-Yo gusto de las virtudes fingidas y de la vanagloria.
Mejor mira lo que costó a Dios el amor que nos tuvo, que por librarnos de la muerte la recibió en la Cruz.

IV.
Si el alma se descuida, pone su afición en cosas que no son.
-Prefiero el descuido del alma que dejar mis concupiscencias.
Tú y muchas personas encumbradas llegan a ese estado por las sutilezas y ardides del demonio.
-A mí me parece que estas equivocado.
Procura ir siempre adelante y si esto no hay, anda con gran temor para evitar el asalto.

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