lunes, 21 de mayo de 2012

Rafael Pombo y Miguel de Cervantes

Este 23 de abril se conmemora el centenario del fallecimiento del ingeniero Rafael Pombo Rebolledo, coincidencia con el día del libro y del idioma, así como con los homenajes a Shakespeare y a Cervantes, a los cuales el poeta, nacido en Bogotá un 7 de noviembre de 1833, les dedicó respectivamente “Amor de Moribundo” y “A Cervantes” última obra que, en sus primeros cuatros versos, nos dice: “¿Quién como creador –potencia suma-/ Te excede en semejanza al Ser Supremo?/ ¿No aclama el orbe aún, de extremo a extremo,/ La eficacia del verbo de tu pluma?”.

Algunos de sus poemas se publicaron en Popayán bajo el seudónimo de Edda, pero además de “Las siete vidas del gato”, “El niño y la mariposa”, “El gato guardián”, “Doña Pánfaga o el Sanalotodo”, “El sermón del caimán”, “El renacuajo paseador”, “Simón el bobito”, “La pobre viejecita”, “El gato bandido” o “Pastorcita”, las célebres composiciones infantiles que por fortuna hoy siguen enseñándose en los colegios, he encontrado un mensaje esperanzador en “El modelo alfabético”, muy poco divulgada, que nos deja grandes enseñanzas:

¿Quieres ser hombre completo,/ hombre a prueba de alfabeto?/ Se amable, activo, aseado,/ bondadoso y bienhablado,/ Claro, más cauto en confianzas,/ sordo a chismes, parco en chanzas,/ libre en digna dependencia/ del deber y la conciencia;/ Experto en algo especial,/ franco, fiel, firme, formal,/ Grato, generoso, humano,/ buen hijo, esposo y hermano,/ ejemplo a la ingenua infancia;/ Justo, jovial sin jactancia;/ gentil en serios hechizos,/ no en modas, polkas y rizos;/ Leal a la Ley, laborioso,/ modesto, no malicioso,/ natural, noble en tu modo;/ con orden y objeto en todo;/ Paciente y perseverante/ (Primer prenda del triunfante);/ Patriota puro y pacífico;/ puntual, no en parla prolífico,/ ni Quijote o quejumbroso.

Se realmente religioso/ sin superstición salvaje,/ Sobrio en juicio, en boca, en traje;/ Servicial muy tolerante/ Útil, veraz, vigilante,/ Valiente, no vengativo,/ ni un Yoista repulsivo.

Se exacto como un reloj/ nunca zángano, ni zafio;/ se otro Washington, si hay dos;/ y haz que diga tu epitafio:/ Honró a Padres, Patria y Dios.

Cuando trabajó en Nueva York, ya atisbó la soledad de las urbes sobrepobladas: “Aquí no hay afecto, aquí no hay hogar de familia o de amigos, aquí no hay vida de corazón – y fuera de esto qué es la vida?”.

He conocido, como casi todos los colombianos, a Rafael Pombo a través de sus cuentos y fábulas, que tanto nos han cautivado, por su canto a la familia, a la ingenuidad, a la patria a los héroes, a las costumbres y, en fin, a los valores colombianos.

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