viernes, 27 de mayo de 2011

Agradecimiento en la Solemne entrega de la Medalla "Francisca Josefa del Castillo y Guevara" (El Nobel Boyacense), al Profesor Hernán Alejandro Olano García.

Pronuncio las presentes palabras, el doctor Carlos Arturo Olano Correa, en nombre del doctor Hernán Alejandro Olano García, quien el 1° de julio de 2010 se encontraba en viaje de estudios en la ciudad de Boston, Estados Unidos.
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Sólo quiero realizar una corta intervención, ya que estoy conmovido y emocionado con este reconocimiento que se me hace el día de hoy. Soy apenas un tunjano que lleva con orgullo su título de ciudadano de la ciudad de don Gonzalo; soy apenas un boyacense que siempre desea llevar en alto el nombre de su departamento en escenarios nacionales y extranjeros; soy apenas profesor de nuevos abogados, de quienes aspiro aprendan a cumplir y a aplicar la ley; soy apenas un escritor que ha dedicado dos décadas a  publicar varias docenas de libros;
Algunos creen que soy filósofo, no lo soy ni pretendo serlo; “…Un diploma de dentista es respetable, pero uno de filósofo es grotesco decía GÓMEZ DÁVILA; soy apenas “una brizna de lluvia en las manos del Todopoderoso”, como cerró su discurso Álvaro GÓMEZ HURTADO el día de la proclamación de nuestra Constitución Política hace casi veinte años.
Soy apenas un paisano más de la gran escritora mística de nuestro país, Sor Francisca Josefa de la Concepción Castillo y Vergara. No hablaré de su fe, ni  de su acendrada piedad, ambas muy por encima de las que ostentaban en sus sermones los predicadores de entonces y algunos de ahora; no hablaré de su obra, de una obra que nace en 1671 y muere en 1742; de la obra de su propia vida; de una obra de 71 años; de una obra…
Tan fuerte y tan sonora
como su aliento divino,
que resucita muertos
y despierta dormidos.

Tan dulce y tan suave
se percibe al oído,
que alegra de los huesos
Aún lo más escondido.
Esa fue una muestra de dos estrofas de un verso de nuestra coterránea, una mujer que en sus “Afectos Espirituales” y en “Mi Vida”, nos ha legado sus más preciados bienes. Ésta venerable abadesa del Convento de las Hermanas de Santa Clara La Real, ha sido comparada con los grandes místicos del Siglo de Oro español, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, aunque la suya es poesía sencilla, llena de espontaneidad, alejada del barroco, en culta y noble prosa. Culta y noble como su ciudad; culta y noble como la Institución que desde hace 27 años decidió honrar a los escritores boyacenses con su máxima distinción, bautizándola con el nombre de la más insigne tunjana de todos los tiempos y gloria permanente de Boyacá, nuestro Departamento Bicentenario.
Es para mí un gran honor recibir hoy ésta distinción, que entre pocos ha sido concedida desde que fue creada en 1983, en esa primera versión, a mi tío-abuelo Ramón C. Correa, Secretario Perpetuo de la Academia Boyacense de Historia, cargo que desempeñó durante 67 de sus 95 años de vida; y que luego, han ostentado destacados paisanos de distintos puntos del Departamento, como Vicente Landínez Castro, Gustavo Páez Escobar, Fernando Soto Aparicio, Eliécer Silva Celis, Julio Barón Ortega, Mario H. Perico Ramírez, y Enrique Medina Flórez, entre otros, para no mencionar sino a un selecto grupo de los condecorados que hacen parte de esta legión de honor de las letras boyacenses.
“Desagradecimiento, deslealtad, resentimiento, rencor, definen el alma plebeya en toda época y caracterizan este siglo”, decía Gómez Dávila; yo no puedo ser así, por esa razón, muy sinceramente, agradezco al doctor José Virgilio Jiménez Guerrero, Contralor General de Boyacá, insigne sucesor del primer Contralor Rafael Perico Martínez, de Eduardo Castro Martínez, de Eduardo Torres Quintero y de Gustavo Humberto Rodríguez, entre los más destacados contralores del Departamento; también agradezco al Señor Gobernador por su presencia; a los integrantes del Consejo Directivo de la Orden, a la Junta Directiva del Fondo de Bienestar Social, a la Asociación de Escritores de Boyacá por la postulación de mi nombre y a mi amigo Gilberto Abril Rojas, por darme la oportunidad de compartir con él este homenaje; desafortunadamente por encontrarme en viaje de estudios, no puedo personalmente concurrir a recibir esta muy honrosa distinción. De nuevo, para todos, muchas gracias!!

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